La palabra Crismón procede del griego, jríoo, ungir. Se define como invocación simbólica o señal religioso-cristiana, el monograma de Cristo, formado por sus dos iniciales griegas, X y P. Es símbolo de la apelación a Jesucristo, en cuyo nombre deben ocurrir todas las cosas. Se remonta al siglo IV, cuando se empezó a usar en cartas y documentos, generalmente al principio del escrito, y con frecuencia también en las partes esenciales del documento. La invocación aparece, hasta el siglo XI, al principio de los escritos papales, y posteriormente, delante de la firma. Desde León IX se empleaba en las grandes bulas como “rota” y cruz de adorno. Y del papel, pasó a la piedra.
El crismón es el emblema signográfico de Cristo, basado en la unión de las letras mayúsculas griegas, X y P, ji y ro, iniciales de la palabra Xrestos. Ninguna otra ciudad atesora tantos crismones en las fachadas de sus iglesias como Estella. Ni siquiera Jaca. Tampoco Compostela, meta y culminación del Camino de Santiago. Tanto como pasa con la vieira, el crismón es el símbolo jacobeo por excelencia. Sabemos que existen crismones anteriores al de la catedral jaquesa y a los de Estella, pero no tienen ni la riqueza de signos ni su profunda simbología. Por otra parte, casi todos ellos pertenecen a la orfebrería, a la numismática o a la miniatura. Y algunos, como los del Monasterio de San Juan de la Peña, donde siempre se ha dicho que hay el mayor cúmulo de crismones de toda Europa, aunque se conservan tan sólo un total de cinco, no forman parte de la estructura arquitectónica de los hastiales de la iglesia, sino que están situados en las tumbas de los reyes y nobles de Aragón que fueron enterrados en el panteón pinatense. ( *Artículo publicado por Ángel de Miguel. Tierra Estella. 10 marzo 1993)
Algunos investigadores afirman que el anagrama de Cristo procede del lábaro o estandarte del emperador romano Constantino, cuando en la batalla del puente Milvio vio surgir en el cielo un signo crístico formado por la unión de las letras griegas X y P, que el emperador mandó grabar en sus banderas, ya que gracias a dicha imagen él había logrado la victoria. Este símbolo evoluciona y se enriquece a lo largo de los siglos hasta llegar al Románico, donde se le añade un brazo transversal y tres nuevas letras, el alfa y la omega, primera y última del alfabeto griego) y una S latina colocada al pie de la P. Se logra así una compleja y misteriosa representación escultórica de ocho brazos y cinco letras encerrados en un círculo. Qué duda cabe que éste es un tema muy controvertido y polémico debido a las antagónicas interpretaciones que sobre él se han dado. Pero su atractivo es innegable, un atractivo que nace del enigma de su origen y de los profundos significados que entraña. Dos son las interpretaciones que se ofrecen sobre el crismón: la tradicional cristiana y la esotérica. Defienden la tradicional cristiana quienes aseguran que la P es, además de la segunda letra del nombre de Cristo, una alusión al Padre, siendo la S la referencia obligada al Espíritu Santo, Spiritus, y el alfa y la omega, una alegoría del Hijo como principio y fin de todas las cosas. Sería, en consecuencia, una afirmación de la triple naturaleza divina y, por tanto, también, una representación trinitaria. Quienes mantienen esta tesis se oponen a cualquier otra interpretación que no sea la estrictamente cristiana…
En abierta discrepancia con esa visión están los que afirman que el crismón es un símbolo esotérico que encierra mensajes eminentemente no cristianos relacionados con el culto a la diosa egipcia Isis, con la sabiduría oculta que representa la S, signo serpentario, con los mandalas orientales, con las marcas de cantería de los llamados “Hijos del Maestro Jacques”, con tantas cosas… Creo, sin embargo, que para desentrañar el mensaje más profundo de los crismones hay que pararse detenidamente a estudiar los que adornan las iglesias de Estella. Y, sin negar las evidentes alusiones crísticas, trinitarias y esotéricas, los crismones, sobre todo, los de ocho radios, son, fundamentalmente, brújulas místicas que, en Estella, por su ubicación en las fachadas septentrionales, cinco de esos crismones situados al norte están en las iglesias de San Pedro, San Miguel, San Juan y el Santo Sepulcro, designan puntos cardinales concretos. De forma que el alfa y la omega estarían orientadas hacia el este y el oeste, hacia Jerusalén y Santiago de Compostela, respectivamente; la S sería la referencia al sur, ocupado en aquel tiempo por los musulmanes y representado por la serpiente de la sabiduría islámica del califato de Córdoba, y la P marcaría un punto central y polar en clara alusión a la Jerusalén Celeste, a la que señala y se dirige. “Yo soy el Alfa y la Omega, aquel que es, que era y que va a venir”. Pero había cristianos no muy contentos con el símbolo del Crismón, quizás por su mensaje hermético, y languidece alrededor del siglo V, siendo sustituido por la Cruz como signo crístico. De tal forma que San Juan Crisóstomo se alegra de que la Cruz de Cristo se imponga a cualquier otro símbolo. Hasta que vuelve a renacer en España y en Francia, hacia el siglo XI
Y en principio, los Crismones eran de 6 radios. Los seis radios son las seis direcciones del Espacio, arriba y abajo, derecha e izquierda, delante y atrás. Es la manifestación del movimiento. Pero como bien dice el Tao Te Ching: “Los radios convergen en el cubo de la rueda más en su vacío radica la utilidad del carro”. En el vacío radica su esencia. Y la rueda de 6 radios aparece en el Arcano X del Tarot, en la Rueda de la Fortuna…









Crismones en Estella.